Función de los leucocitos (glóbulos blancos)

¿Cuáles son las funciones de los leucocitos o también conocidos como glóbulos blancos y cuáles son sus características principales? Los leucocitos, también denominados glóbulos blancos, tienen la delicada función de defendernos de los ataques que continuamente realizan los virus y las bacterias principalmente. Son en otras palabras, los soldados prestos a actuar en contra de agente externos que osen ingresar a nuestro organismo, con el propósito de causar malestar, enfermedad y, en casos extremos, el fallecimiento de la persona afectada.

Las bacterias, por ejemplo, son los seres más abundantes de la tierra, causantes de muchas enfermedades tales como la neumonía, la fiebre tifoidea, etc. Los virus, considerados los organismo vivos más simples, son parásitos obligados que requieren las sustancias plásticas y energéticas de las células para poder perpetuarse mediante auto-reproducción. Son causantes de graves enfermedades, tales como el SIDA, la gripe, el tétano, la rabia, la poliomielitis, etc. La cantidad de leucocitos es de aproximadamente 7 mil por milímetro cúbico.

Hay diferentes tipos de leucocitos, los cuales se expresan y exponen en los siguientes cuadros:





Las funciones de defensa de los glóbulos blancos o leucocitos


Los leucocitos utilizan dos mecanismos para realizar su función de defensa. El mecanismo de la fagocitosis y el mecanismo de la inmunidad, del que se conocen dos variantes: el humoral y el cerebral.

La fagocitosis es el mecanismo a través del cual los neutrófilos, los eosintófilos y los monocitos (macrófagos) digieren diversos microorganismos, células mutantes y restos de células muertas. Se caracterizan por ser células migratorias, capaces incluso de abandonar, por acción quimiotáctica, la red vascular para llegar a los sitios de la infección.



Los basófilos sintetizan heparina, el cual es un poderoso anticoagulante que garantiza el aspecto líquido de la sangre, e histamina, el cual es un poderoso vasodilatador de los vasos de la microcirculación de los tejidos lesionados, que participa en el proceso de inflamación. La vasodilatación garantiza un mayor flujo sanguíneo en la zona lesionada, salida de proteínas de la red vascular, llegada masiva de los neutrófilos al sitio de la posible infección, etc.

El mecanismo de la inmunidad está relacionado con la capacidad del sistema de defensa de reconocer y atacar todas las sustancias que considera extrañas al organismo, incluidos los antígenos que son los constituyentes químicos de muchos virus y células diversas. Los antígenos, provocan una reacción del sistema de defensa, en términos de producir anticuerpos (inmunidad humoral) o de sensibilizar leucocitos (inmunidad celular).

Si el mecanismo de la fagocitosis se considera una defensa natural de nuestro organismo, que no requiere ningún tipo de reconocimiento especial por parte del mecanismo de defensa, el proceso defensivo de la inmunidad, si requiere un "aprendizaje", un reconocimiento del antígeno y en respuesta a éste, la formación de una anticuerpo o de un linfocito especializado (especializado).

Existen dos tipos de reacciones de defensa inmunitaria. La primera denominada reacción celular, involucra a los linfocitos T, denominados así porque su proceso de maduración y sensibilización culmina en el timo, pese a que su lugar de origen sea la médula ósea. Los linfocitos T atacan, previo reconocimiento, todos los microorganismos que posean antígenos extraños al organismo, así como también a las propias células que han sido infectadas.

Son precisamente los linfocitos T, los encargados de mantener a raya uno de los virus más temidos de la actualidad: el virus que provoca el Síndrome de Inmuno-Deficiencia Adquirida, más conocido con la sigla SIDA, para muchos la peor epidemia acontecida desde la Edad Media. Haciendo memoria de que la peste bubónica produjo aproximadamente 30 millones de muertes durante la época de la Edad Media.

La segunda, denominada reacción humoral, está relacionada con la creación de anticuerpos por parte de los linfocitos B, en respuesta a la presencia de un antígeno extraño. Los linfocitos B, al igual que los linfocitos T, tienen su origen en la médula ósea; la diferencia consiste en que mientras los linfocitos B maduran en la misma médula ósea, los linfocitos T lo hacen en el timo.

Como fueron descubiertos en la bolsa de Fabricio de las aves, de ahí su denominación de linfocitos B. Es necesario aclarar que la destinación de un linfocito recientemente sintetizado y liberado por parte de la médula ósea a funcionar como célula T (inmunidad de la mediación celular) o como célula B (inmunidad humoral), depende de su paso a través del timo o de su contraparte humana de la bolsa de Fabricio. En la actualidad se desconoce cuál es el órgano en el humano que hace las veces de bolsa de Fabricio.

Los linfocitos B, al entrar en contacto con los antígenos de los microorganismos, "fabrican" los anticuerpos denominados inmunoglobulinas, que viajarán por el torrente sanguíneo en búsqueda de los antígenos, con el propósito de destruirlos, utilizando diversos mecanismos tales como: la aglutinación del agente invasor, el rompimiento de la membrana de éste (lisis), el bloqueo de sus efectos nocivos (neutralización) o la preparación previa del agente invasor para que sea presa fácil de los fagocitos.

El sistema inmunológico presenta en algunas personas un funcionamiento imperfecto, en el sentido de percibir los propios tejidos como extraños (enfermedades autoinmunes). En estas circunstancias, el ataque a lo propio es inminente, presentándose enfermedades tales como la fiebre reumática (ataque a las estructuras del corazón), miastenia grave (ataque a los músculos), esclerosis múltiple (ataque a la mielina de los nervios), glomerulonefritis (ataque al glomérulo renal), etc.

Otra anomalía de los mecanismos de defensa son las alergias. Algunas personas se tornan hipersensibles a ciertos antígenos denominados alérgenos tales como el polen, el pelo de animales, el polvo, ciertos alimentos, etc. Una vez el organismo se ha sensibilizado contra los alérgenos, la acción repetida de éstos puede de una manera injustificada desencadenar reacciones de defensa algo exageradas: liberación de histamina por los basófilos, vasodilatación con aumento del flujo sanguíneo, filtración de proteínas, inflamación, etc.

El asma, la fiebre del heno, la urticaria y tal vez la más grave de ellas, el choque anafiláctico, son ejemplos de enfermedades alérgicas. Esta última, puede provocar la muerte del sujeto en cuestión de minutos. Se presenta cuando por descuido, se le inyecta a la persona una droga tipo alérgeno, provocando una liberación masiva de histamina por parte de los basófilos; se produce entonces una gran pérdida de plasma hacia los espacios tisulares y en consecuencia se presenta una brusca caída de la presión arterial, con posibilidades que ocurra un paro cardíaco.

EL conocimiento por parte de los científicos por parte de los científicos de los secretos de los mecanismos de defensa, ha hecho posible, gracias a la invención de las vacunas, la derrota de muchas enfermedades, mortales en ciertas épocas.

La vacuna consiste en inyectarle a la persona el microorganismo, causante en otras circunstancias de una determinada enfermedad, pero que al estar muerto o debilitado (conservando los antígenos que lo caracterizan), desencadenará las reacciones de defensa ya aplicadas: sensibilización de linfocitos o creación de anticuerpos. El resultado, es que nuestro organismo contará con un "bloque de búsqueda especializado", presto a reaccionar de una manera rápida, dado el caso que el agente invasor ose atacar. Cuando no estamos vacunados, la probabilidad que el agente invasor cause la enfermedad es muy alta, a raíz de que se requiere cierto tiempo para formar el "bloque de búsqueda especializado".

"Es mejor prevenir que curar". No hay mejor frase que refleje los beneficios de las vacunas y su acción como tal al ejercer la vacunación, la cual se debe tomar como acción preventiva contra una serie de graves enfermedades tales como la poliomielitis, la viruela, el sarampión, la fiebre amarilla, la tos ferina, la difteria, etc.

Otra enfermedad relacionada con la leucocitos es la leucemia, tipo de cáncer que involucra a los glóbulos blancos. Sabemos que el cáncer se expresa en una reproducción incontrolada de las células de un determinado tejido, produciéndose los denominados tumores. El cáncer será benigno cuando se localizado en un determinado sitio; en este caso la extirpación del tumor vía quirúrgica es factible. Por otro lado, el cáncer maligno es el que termina invadiendo otros tejidos (metástasis) y prácticamente matando d inanición al paciente que lo sufre. Las células cancerosas utilizarán para ellas mismas los nutrientes, que en otras circunstancias, tendrían el propósito de nutrir las células sanas.



Las causas del cáncer como enfermedad, pueden estar relacionadas con la posibilidad que surja de los procesos de reproducción celular y de una manera improvista, una célula mutante diferente a la célula madre de la cual se originó. En estas circunstancias, la célula mutante no respetará las leyes biológicas que rigen los procesos de crecimiento y multiplicación celular y terminará duplicándose una y otra vez sin control alguno.

¿Por qué se habla de sustancias o factores cancerígenos?


El abuso de la luz solar, el hábito de fumar, las radiaciones, etc., pueden provocar cáncer, a raíz que estimulan los procesos de reproducción celular. Siendo así, la posibilidad que aparezca una célula mutante cancerosa será mayor, que en los casos cuando los procesos de reproducción celular siguen ritmos normales. Es necesario resaltar, que la predisposición genética tiene mucho que ver en ciertos tipos de cáncer.